Ciclo C

Exposición del Santísimo Y Oración

 

Exposición del Santísimo 

En San Pedro Apóstol TODOS LOS JUEVES de 19.30 a 20.30

En Santa María TODOS LOS DOMIGOS de 19.00 a 19.30

En Las Mínimas TODA la mañana de 9.30 a 13.00

 

 

 

 

 

 

DOMINGO V de CUARESMA (ciclo C). 13 de marzo de 2016. Día del Seminario

 

Is 43,16-21: ¿No lo notáis? Abriré un camino por el desierto, corrientes en el yermo.

Sal 125,1-6: El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

Fp 3,8-14: todo lo considero basura con tal de ganar a Cristo y ser hallado en él.

Jn 8,1-11: “Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más”.

Mientras haya sendero por donde transitar hay todavía posibilidad de camino, es decir, de progreso, de iniciativa, de esperanza. Para ello es necesario un lugar donde el pie pueda pisar sin titubeos: no es posible en el mar, con exceso de agua; no es posible en el desierto, escaso de agua. El Señor abre brecha en ambos para que pase su Pueblo sin peligro. Lo hizo con nuestros Padres, cuando abrió las aguas del mar para liberar de la esclavitud de Egipto, lo volvió a hacer, conforme a la profecía de Isaías, cuando la deportación a Babilonia; otra vez más, de modo definitivo, para penetrar a través del pecado y de la muerte y conducirnos a la vida eterna. Ese surco entre peligros es el cauce novedoso que nos hace abandonar lo antiguo que paraliza y anula, para acceder al aire fresco del Espíritu de Dios.

            Dos caminos abre Jesús en la explanada del templo que rasgan la ranciedad del pecado con un arañazo de misericordia. Es preciso recordar que el Maestro había pasado la noche en oración, conversando con el Padre misericordioso.

A los escribas y fariseos que van a buscarlo parece importarles poco aquella mujer delatada en pecado, urden una estratagema, sirviéndose de las circunstancias y de la mujer, para “comprometer y acusar” a Jesús. Los judíos no tenían la potestad para ejecutar a nadie, reservada a los romanos, luego, materialmente, no podían llevar a la práctica la misma ley de Moisés a la que aluden, que mandaba apedrear a las adúlteras. Su pregunta lanzada a Jesús limita las respuestas a una afirmación o una negación. De contestar un sí, el Maestro pone en cuestión todos los anteriores signos de acercamiento a los pecadores, si pronuncia el no, se atreve a arremeter, ya no contra Moisés, sino contra el mismo Dios que le entregó la ley. El silencio de Jesús podría significar el espacio que abre para que los acusadores recapaciten y se den cuenta de la maldad que encierra su pregunta y su actitud. La mudez se prolonga hasta que responde quebrando la misma pregunta de un modo absolutamente novedoso. El silencio anterior se convierte en palabra, aunque ambos para la reflexión. Calla misericordia, habla misericordia; no condena a ninguno, los invita, por un camino nuevo, a que entren en la misericordia divina y no juzguen con tanta severidad. Ha ajado el terrón de su sequedad para abrir un sendero de vida. Ellos pueden recapacitar, ellos deben hacerlo, es “su” camino en ese momento para la misericordia. El encuentro con la misericordia del Señor los ha sacudido, para que conozcan más a su Dios misericordioso.

El otro camino de misericordia lo abre con la mujer, asediada por las aguas de una ley utilizada con severidad hasta imposibilitar la esperanza. El perdón produjo de nuevo el milagro, resquebrajando un entendimiento pétreo de la justicia divina implacable con la persona pecadora hasta sepultarla entre losas. Los acusadores se habían convertido en intérpretes de la ley de Dios para sostener la culpa de ella hasta el final, Jesús los suplanta como verdadero conocedor del corazón de Dios y su ley (había estado toda la noche conversando con Él) para cumplir de verdad con el sentido de la ley divina, que es el perdón. El camino de la mujer que había pecado es el de la alegría del perdón y el compromiso para no pecar más. El encuentro con la misericordia del Señor la ha acariciado, para que conozca más a su Dios misericordioso.

 

 

¿Qué novedad mayor encontraremos? El conocimiento de la misericordia del Padre por medio de su Hijo causa renovación en nuestros caminos, abriendo o ensanchando la vía de la que estamos necesitados, acariciando o pellizcando. ¿Cómo no entender a san Pablo que experimentó esta misma misericordia provocando que todo lo demás lo considerase basura? Si no la hemos gustado aún, ¿a qué estamos esperando?

Programación Pastoral 2021-2022