San Pedro Apóstol
La Parroquia de San Pedro nació a consecuencia del crecimiento de la población de Daimiel. Las autoridades pidieron licencia al Emperador Carlos I, para edificar otra iglesia parroquial, a lo que accedió el monarca mediante provisión dada en Valladolid a 10 de Febrero de 1542. El documento, publicado por Hervás, es curioso:
«Don Carlos, Rey de Castilla, de León, etc. etc. Por quanto por parte de vos, el Concejo, vecinos e moradores de la Villa de Daimiel, me fue hecha relación que en esa dicha Villa abía solamente una iglesia Parroquial muy pequeña, donde se dicen los divinos oficios, y está situada en parte que la cercan quatro calles, por manera que no se podía alargar ni ensanchar. E por ayer, como avía, en esa dicha Villa más de 1.300 vecinos y la dicha Iglesia ser tan pequeña, no cabían en ella los días de fiesta, de donde recebían gran daño e perjuicio. E allende desto en tiempo de invierno no podía el clérigo pasar a dar el Santísimo Sacramento a los vecinos de la dicha villa por unos barrancos que ay en ella ni venir por los dichos barrancos a oir Misa la tercia parte de las mujeres de la dicha villa».
El documento prosigue, aduciendo más razones que, por brevedad, omitimos.
Las «Relaciones» de 1575 se refieren a San Pedro de esta forma: «hasta doze años ha que se hizo otra parrochia que se dize Señor Sant Pedro, esta Iglesia no está acabada, que le falta más de la mitad del cuerpo della e la torre de quel pueblo padeze mucha necesidad porques mucha la gente e ay mucha apretura e tiene falta de ornamentos, que ay pocos, y de otras muchas cosas para el servicio de la dicha Iglesia. No ay capillas en ellas de ningún particular».
El año 1587, el Ayuntamiento impulsó la terminación de las obras. Pero la Parroquia funcionaba desde veinticuatro años antes, ya que existen partidas de bautismo del año 1563. La capilla de la Concepción fue autorizada en 1616.
Las características del templo son: planta de cruz latina, de orden dórico, bóvedas de ladrillo, arcos torales de cantería y suelo de baldosas de alfarería, hoy cubierto por el maderamen. Las bóvedas llevan una sencilla crucería, estrellada en el crucero y ábside.
Las puertas eran tres, de las que restan dos. La principal o "del Sol" es moderna, de piedra artificial (todavía viven algunas personas que trabajaron a las órdenes del maestro albañil Rosario Megía, ejecutor de las obras); antaño se componía de dos huecos separados por un arco, todo bajo soportales. La otra, situada a los pies de la nave, es de estilo Renacimiento, recientemente restaurada. La que fue puerta de la umbría es la que da actualmente a la cochera de las carrozas.
La torre es de planta cuadrada y, su parte superior, octogonal. Lleva una ventana cuadrada en el segundo cuerpo y otra de medio punto en el primero.
El retablo fue destruido en 1936.
El ábside, semiexagonal, está cubierto con cuatro cuadros del artista de nuestra ciudad Don Juan D’Opazo: «El Arcángel San Miguel» y «La conversión de San Pablo», a la derecha; «Jesús y San Pedro andando sobre las aguas» y «Aparición de la Virgen de las Cruces», a la izquierda; en el centro, una alegoría de gloria, también de D’Opazo, sirviendo de telón de fondo a un expositor en el que se venera la imagen de la Virgen de Ureña. Encima de éste expositor, hay una imagen de San Pedro, con tiara y en trono papal. En la parte superior del ábside, cuatro tablas que representan, respectivamente, a los Santos manchegos San Juan de Avila, Santo Tomás de Villanueva, San Juan Bautista de la Concepción y el Beato Fernando de Ayala. Todo ello, obra de Alfredo Lerga.
El coro fue construido durante la época de la Desamortización. Se construyeron dos: uno, alto, que es el que hay actualmente y, otro, bajo, hoy desaparecido.
La sacristía antigua era la actual capilla del Pilar, donde fue enterrado, en 1959, el Párroco Don Tiburcio Ruiz de la Hermosa.
El actual espacio ocupado por la sacristía, salones parroquiales y cocheras para las carrozas es un "pegote" de posguerra.