Ciclo B

Exposición del Santísimo Y Oración

 

Exposición del Santísimo 

En San Pedro Apóstol TODOS LOS JUEVES de 19.30 a 20.30

En Santa María TODOS LOS DOMIGOS de 19.00 a 19.30

En Las Mínimas TODA la mañana de 9.30 a 13.00

 

 

 

 

 

 

DOMINGO XXII T. ORDINARIO (ciclo B). 29 de agosto de 2021

Dt 4,1-2.6-8: Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os mando cumplir.

Sal 14: Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?

St 1,17-18.21b-22.27: Aceptad dócilmente la palabra que ha sido plantada y es capaz de salvaros.

Mc 7,1-8.14-15.21-23: Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.

 

Habló Moisés al pueblo y, antes de que cumpliesen lo que Dios les mandaba, les pidió que lo escuchasen. La escucha implica una recepción paciente, profunda, inteligente, obediente, responsable, consecuente… para ir haciendo propias las palabras del Señor. Los sentidos han debido ir preparándose para la acogida y la no precipitación. Un uso de los sentidos de modo contrario: desde la precipitación, la hiperestimulación, la superficialidad va incapacitando para una verdadera escucha. La atención y más todavía, la implicación que ofrezcamos está también muy vinculada a la credibilidad que le damos a Dios. ¡Cómo no vamos a tomarnos en serio a Él y lo que nos dice!

            La Palabra de Dios puede resultar áspera para el corazón cuando este vive cosas ajenas a Dios. ¡A escuchar también lo que el interior comunica para saber si quiere ser obediente a la Palabra o se rebela contra ella!

            Jesús muestra una sabiduría fundada en la escucha atenta del corazón humano. ¿Cómo conocerlo? Para conocer el corazón humano bien es necesaria haber tenido experiencia de Dios desde la inocencia o la liberación; la inocencia de quien percibe claramente fea y caótica toda reacción humana deshumanizadora (agresiva, egoísta), o la experiencia de liberación de quien ha sufrido el cautiverio del mal y, ya apartado de él, puede hablar en primera persona de sus consecuencias dañinas. El oído de los fariseos cuya actitud censura el Maestro, se fue insensibilizando en la medida en que siguieron obrando, pero sin escuchar. Lo que era un rito lleno de sentido por lo que significaba: limpiar por fuera la vajilla y los utensilios antes de su uso en la comida (considerada como un acto religioso), recordaba de la necesidad de la limpieza interior para acercarse a Dios. El gesto continuó, aunque se perdió su sentido, y entonces se convirtió en algo absoluto, imprescindible, pero que no servía para nada. Dejaron de escuchar a Dios en los símbolos y, de algún modo, esos símbolos se convirtieron en algo divino para ellos, hasta hacerse dependientes. Sin embargo, Dios no se lo pedía. No basta con escuchar a Dios una vez, sino que su Palabra es renovadora e invita a profundizar cada vez más, a ser más de Dios, en cultivar, cuidar y compartir la belleza del corazón humano. Para ello hay que estar atentos.  

Escucha y luego actúa; actúa mientras escuchas. Y sin dejar de estar atento al significado de la Palabra de Dios y el sentido de los acontecimientos. Ahí se juega nuestra relación con Dios, la verdadera religión. La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre es esta: visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones y no mancharse las manos con este mundo. Difícil para quien no ha aprendido a escuchar y, peor aún, para quien no quiere hacerlo. 

Programación Pastoral 2021-2022