DOMINGO DE RAMOS (ciclo A). 2 de abril de 2023

Mt 21,1-11: “Mira, tu rey viene a ti, humilde”.

Is 50,4-7: No me tapé el rostro ante los ultrajes, sabiendo que no quedaría defraudado.

Sal 21: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Flp 2,6-11: Se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo

Mt 26,14-27,66: “Aunque tenga que morir contigo, no te negaré”.

Ya se quedan abiertas las puertas de Jerusalén y lo están para todos: para los judíos, que se esmerarán en los preparativos de la celebración de su Pascua, la libertad del Pueblo elegido; para los gentiles, quienes encontrarán interesantes ocasiones para el comercio y el turismo; para los cristianos… ¿Qué esperan encontrar los cristianos en Jerusalén?

No hay mayor interés en aquella ciudad milenaria, populosa y de tanta riqueza cultura que Él, que está Él, el Maestro, a cuyas palabras y presencia hemos ido acostumbrándonos a lo largo de nuestra vida, en el recorrido de este itinerario cuaresmal. Para alcanzar un poco a participar del tesoro de Jerusalén, que alberga lo más exquisito de la Semana Santa, no basta con que la ciudad quede con las puertas abiertas, sino de que también hayamos abierto nosotros las nuestras.

Esto no se improvisa ni ha de tener pretensiones inadecuadas. Por una parte el cristiano tiene que estar dispuesto a buscar a Jesús allá adonde el Espíritu Santo nos lleve y hacerlo al ritmo que el Espíritu nos marque; sin prisas, sin detenerse en lo que nos despiste del Señor y su seguimiento. Para salir victoriosos y encontrar abierta la última de las puertas, la del sepulcro, tenemos que atravesar el camino este camino junto a Jesucristo. Para ello nos hemos estado preparando y aún nos quedan unos últimos días para disponernos. Si buscamos a Dios y no a nosotros, nuestros gustos, nuestras tradiciones, nuestra Semana Santa, nos encontraremos con quien renueva la mente y el corazón y abre puertas insospechadas para crecer en Él. Abiertos a la misericordia del entregado y crucificado, no podremos entender la vida ni nuestra propia historia sino a través de su luz. 

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