Ciclo A

Exposición del Santísimo Y Oración

 

Exposición del Santísimo 

En San Pedro Apóstol TODOS LOS JUEVES de 19.30 a 20.30

En Santa María TODOS LOS DOMIGOS de 19.00 a 19.30

En Las Mínimas TODA la mañana de 9.30 a 13.00

 

 

 

 

 

 

DOMINGO II DE CUARESMA (ciclo A). 5 de marzo de 2023

Gn 12,1-4: Sal de tu tierra hacia la tierra que yo te mostraré.

Sal 32: Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

2Tim 1,8b-10: Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios.

Mt 17,1-9: Su rostro resplandecía como el sol.

Cualquier objeto que toque la palma de un bebé encontrará enseguida una mano que se cierra para aprehenderlo. A este acto reflejo de los primeros meses de vida se le conoce como “reflejo prensil” y desaparece cuando es la voluntad la que toma el relevo para escoger lo que se agarra y lo que no. Pero la mano continuará, lo largo de toda la vida, siendo un lugar determinante donde se acoge o se rechaza, donde se estrecha el compromiso o se prescinde de él.

               A las manos de Abrán llegaron las de Dios con una propuesta: salir de su tierra propia hacia otra que Dios mismo le iba a mostrar. No contaba con más información ni sabía adónde iría ni el significado exacto de la descendencia, sino que partía solo de una promesa, una mano tendida por Dios. A partir de ahí, lo de Abrán consistía fundamentalmente en confiar. La mano se alarga hacia lo que entendemos que nos hace falta y se cierra para no dejarlo escapar y usarlo provechosamente. En el momento en que se estrecharon ambas manos, el pastor de Caldea se dejó llevar por su Señor, movido como por la necesidad de reverencia, confianza y fe en su palabra.

               Entre los apóstoles, los que habían recibido la mano de Jesús, el Maestro, para acompañarlo y vivir con Él, tres participaron de acontecimientos exclusivos a su lado. Un de ellos fue el episodio de su transfiguración. Como tirando de ellos hacia arriba, los lleva a una montaña alta, los saca del llano y de su cotidianidad, para elevarlos.

Jesús, desde el principio, estaba acercando con su mano a cada discípulo a la misericordia de Dios Padre. Este itinerario llevaba hasta su propia muerte; algo inimaginable para los suyos y que causará un terrible desconcierto. La montaña ofrece una ambientación especial para el encuentro con Dios, como tantas otras veces Dios ha hablado a sus amigos en sitios elevados. Pero antes de encontrarse con Dios Padre, los discípulos se encuentran con su Hijo glorioso, como Palabra que dialoga con los hombres que han sido portadores de la Palabra divina.

               La fealdad de la pasión y la muerte, lo terrible de la traición, la entrega, el abandono, la soledad… puede entenebrecer el corazón. Jesucristo les ofrece belleza, la belleza anticipada del resucitado que será la de los propios apóstoles cuando ellos mismos resuciten. Antes de tener ante ellos al hombre maltratado y lacerado públicamente, tienen al mismo hombre transfigurado por Dios en la intimidad de los pocos. La mano de Jesús llevó a contemplar algo bello y dejó su rastro en sus corazones antes de enfrentarse con su entrega en la cruz adonde los llevaría la misma mano divina.

               Cuando Dios nos tiende su mano, no sabemos adónde iremos, pero experimentamos la confianza de que no nos soltará y, allá donde nos lleve, será el lugar adonde tenemos que ir. Necesitamos también, de su mano, espacios apartados y elevados, para contemplar su belleza y lo que nos ha embellecido a nosotros, para no descuidar el conocimiento de cuanto ha ido haciendo por nosotros y tener una mirada de horizonte que nos ayude a interpretar cuanto acontece desde Dios. De este modo podremos tomar parte en los duros trabajos del Evangelio y su pasión no nos asustará, sino que nos hará extraer de ella la lección de la belleza de la cruz que engendra vida y nos hace caminar por las alturas. 

Programación Pastoral 2021-2022