Ciclo B

Exposición del Santísimo Y Oración

 

Exposición del Santísimo 

En San Pedro Apóstol TODOS LOS JUEVES de 19.30 a 20.30

En Santa María TODOS LOS DOMIGOS de 19.00 a 19.30

En Las Mínimas TODA la mañana de 9.30 a 13.00

 

 

 

 

 

 

DOMINGO XXVI DEL T. ORDINARIO (ciclo B). Jornada de los migrantes y refugiados.29 de septiembre de 2024

Num 11,25-29: “¡Ojalá todo el pueblo de Señor recibiera el espíritu de Señor y profetizara!”.

Sal 18: Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.

St 5,1-6: Llorad, ricos, por las desgracias que os vienen encima.

Mc 9,38-43. 47-48: “Quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí”.

 

Algo tan sencillo como comprar una barra de pan en una panadería lleva detrás una red muy sofisticada de personas con sus oficios que tienen que ver con la siembra, crianza y cosecha del trigo hasta convertirse en harina, pero también con la distribución de agua y electricidad, la evacuación de residuos, el transporte, la fabricación de los enseres de la panadería… Cada cual en su profesión depende de otros muchos en una urdimbre donde cada persona tiene su cometido; y eso facilita enormemente la vida de los demás. Algo milagroso. No obstante no deja de haber descuidos, perezas, irresponsabilidades y pecado, lo que provoca fisuras y, en ocasiones, fallas que nos revelan una sociedad con mucho que mejorar. Si todos cumpliésemos con nuestro cometido: ¡Qué diferente sería todo y qué hermoso!

¡Ojalá todo el pueblo de Señor recibiera el espíritu de Señor y profetizara! La comunidad de Israel en el tiempo de Moisés no poseía la complejidad de nuestras comunidades modernas, pero necesitaba también cauces para guardar el orden y evitar los abusos que atacan la convivencia. La Primera lectura del libro de los Números nos habla de los hombres del pueblo a los que el Señor da su espíritu para que profeticen, para que hablen y enseñen en su nombre. Son unos pocos entre una muchedumbre que tienen que, en primer lugar, escuchar a su Dios, y, en segundo, escuchar al pueblo y hablarle. Ojalá y todo el pueblo tuviese ese mismo espíritu para estar atentos a la Palabra de Dios y dejarse interpelar por ella; ojalá y todos fueran profetas.

               Resulta que los cristianos lo somos; somos profetas por nuestro bautismo y sacerdotes y reyes. Todo lo que Dios ha sembrado y derramado en nuestro ser es un torrente de gracias que nos dan el poder de cumplir con la voluntad de Dios allá donde nos encontremos. Si los fieles cristianos nos dejásemos configurar por el Espíritu de Dios, cumpliríamos como hijos, fielmente, y ¡con cuánta belleza resplandecería su Iglesia! Esto sería un fermento impresionante en medio del mundo para su transformación, para el cese de toda violencia, egoísmo, iniquidad y el cuidado de cada persona, y la atención preferente por los más castigados y frágiles. Lo está siendo, pero podría mucho más.

               También la escucha atenta de Dios en nuestro entorno nos haría descubrir su acción presente en realidades donde no habríamos sospechado su Espíritu, incluso no cristianas y no creyentes. Un modo irrenunciable para el discernimiento de si estamos dejándole actuar o no al Espíritu es detenernos a observar hacia dónde nos están llevando nuestros pies, qué están haciendo nuestras manos, cuál es el objeto de nuestra visión. Y si hace falta una poda para quitar lo que estorba, habrá que hacerlo, aun siendo doloroso.

               Cuánta necesidad tiene nuestro mundo de la Iglesia, de los cristianos. Si no, no será posible su transformación en el Reino de los cielos, porque Dios ha querido nuestra colaboración para ello. Ojalá y todos los creyentes en Cristo dejemos que el Espíritu desarrolle en nosotros nuestra cualidad de profetas, sacerdotes y reyes, que hemos recibido en nuestro bautismo. 

Programación Pastoral 2021-2022