Ciclo A

Exposición del Santísimo Y Oración

 

Exposición del Santísimo 

En San Pedro Apóstol TODOS LOS JUEVES de 19.30 a 20.30

En Santa María TODOS LOS DOMIGOS de 19.00 a 19.30

En Las Mínimas TODA la mañana de 9.30 a 13.00

 

 

 

 

 

 

DOMINGO XXXI DEL T.ORDINARIO (ciclo A). 5 de noviembre de 2023

Mal 1,14-2,10: ¿No nos creó el mismo Señor?

Sal 130: Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.

1Te 2,7-13: Trabajando día y noche para no serle gravoso a nadie, proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios

Mt 23,1-13: “El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”.

 

Deberíamos habernos acostumbrado a las reprensiones. Nos regañaron, y seguramente fueron los primeros, nuestros padres, abuelos, hermanos mayores y algún tío que otro. Nos regañaron en la escuela y en las actividades extraescolares; también entre amigos y los compañeros de clase o del trabajo; tal catequista y algún sacerdote también es bastante probable que nos hayan reprendido. Hasta nosotros mismos hemos podido ser nuestros más insistentes regañones. Y, casi con seguridad, que ninguna de estas regañinas nos agradó, pero no tuvieron por qué ser improductivas, si sirvieron para aprender y se sacó provecho de ellas.

En las lecturas de la liturgia de este domingo es el mismo Dios el que reprende por boca del profeta Malaquías. Primero el Señor se presenta como soberano de todos, no dejando lugar a que se piense que en algún lugar haya alguien más poderoso y con mayor autoridad que Él. Luego se dirige a los sacerdotes, las autoridades religiosas, para exhortarles a obedecer, amenazando con un terrible castigo, la maldición, si no hacen caso. Les reprocha haberse apartado del camino. Desviándose de Dios, se han convertido en obstáculo para aquellos a quienes deberían servir. A quien se le da una responsabilidad sobre otros y la descuida, obrando con dejadez y con intereses espurios, provoca un daño difícil de estimar. Esto se produce cuando se abandona la actitud de servicio y el cargo se utiliza interesadamente y ajeno a los planes de Dios.

También enciende el Maestro la mecha, con una severidad desacostumbrada, contra los escribas y fariseos. No les reprocha nada directamente a ellos, sino que expresa su parecer a sus discípulos, para que sepan distinguir y se den cuenta de que la actitud de ellos, por muy religiosos que se muestre, no coincide con el Evangelio de Jesucristo. Reincide Jesús a lo largo de los evangelios en su censura a estos grupos religiosos. Parece que todo lo hicieran mal, hasta el punto de que “fariseo” ha quedado en nuestro idioma para designar a una persona hipócrita. Poco espacio encontramos entre las palabras del Maestro para reconocer su valía, su esfuerzo por cumplir con los mandamientos y el admirable servicio religioso y espiritual que prestaban al pueblo. Y podríamos decir que esto segundo, encomiable, prevalecía notablemente sobre los abusos y desviaciones primeros. Además se trataba del grupo religioso más cercano a Jesús. Quizás, tal vez por este motivo, es entre ellos con quienes más episodios comparte (se discute más con los cercanos) y frente a quienes el contraste es más sutil.

            Puede entenderse a este grupo de fariseos como una imagen que sirve de pantalla donde la Palabra de Dios está proyectando los peligros y las consecuencias de una autoridad religiosa mal encauzada. Nos permite observar en un grupo humano lejano, desconocido en nuestra realidad, a mirarnos a nosotros mismos, comenzando por nuestros actuales responsables en materia espiritual y religiosa. Pero, por extensión, ofreciendo una mirada también a cada cristiano en la medida en que la responsabilidad es compartida y la autoridad del Evangelio para tareas diversas, especificada en cada uno de sus miembros y grupos, reside sobre el Pueblo de Dios. La reacción de repulsa hacia la forma de obrar de unos personajes desconocidos y distantes, he de moverla hacia mí, con mirada crítica, para discernir si esto mismo lo estoy reproduciendo en mi vida. Entonces habrá sitio para la reprensión, animada e iluminada por la Palabra de Dios, que querrá evitar eximirnos de culpas y encontrar justificaciones para todo, tanto como la inculpación catastrofista que nos convierte en miserables y desastres sin solución. Será ciertamente provechoso descubrir apegos excesivos a la imagen que queremos que los demás tengan de nosotros, malos afectos no resueltos, estridencias personales no integradas, perezas para cumplir con los mandamiento del Señor, miedos, antipatías, complejos y heridas, desde lo que podemos hacer daño a otros.

La regañina se convierte en algo terapéutico cuando su base es evangélica y, fieles al Evangelio, queremos realmente ser cada vez más de Cristo, Nuestro Señor. Por contrapartida, el afecto que las palabras de Pablo rezuman en la segunda lectura es brillantísimo: “Os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais ganado nuestro amor”. Hacia aquí tenemos que tender, siendo conscientes de nuestros riesgos más presentes y entusiastas de poder irradiar en nuestra vida el amor de Dios manifestado en Jesucristo. 

Programación Pastoral 2021-2022