Ciclo C

Exposición del Santísimo

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  • San Pedro Apóstol

  Todos los JUEVES de 19.30 a 20.30

  • Santa María la Mayor

  Todos los DOMINGOS de 19.00 a 19.30

  • Las Mínimas

  Todas las MAÑANAS de 9.30 a 13.00

Acercate a la Oración

jesus 7502413 1280«Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos».Él les dijo: «Cuando oréis, decid: “Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestros pecados, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en tentación”»  

Si quieres orar y estar junto a Jesús lo puedes hacer... 

 Todos los VIERNES a las 20:00 horas.

 En la Parroquia de SANTA MARÍA la Mayor.

DOMINGO XXVII DEL T. ORDINARIO (ciclo C). 5 de octubre de 2025

Hab 1,2-3;2,2-4: El justo vivirá por su fe.

Sal 94: Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón».

2Tim 1,6-8.13-14: Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de fortaleza, de amor y de templanza.

Lc 17,5-10: “Auméntanos la fe”.

 

El deseo y la petición para que Dios aumente la fe suele aparecer cuando una situación desbordante arrincona al creyente y se ve incapaz de superarlo ni siquiera con su confianza en Dios. Piensa que solo una mayor fe puede rescatarlo y devolverle la paz y la seguridad de la victoria de Dios. ¿En qué tesitura se vieron los apóstoles de Jesús para esa petición: “Auméntanos la fe”? Inmediatamente antes, les había hablado del perdón de los que ofenden, de modo ilimitado. Se tuvieron que sentir abochornados al percatarse de la distancia a la que se encontraban de lo que les pedía su Señor. Llegar hasta esa altura moral solo sería posible con la intervención divina y, por tanto, con un aumento de su fe.

Jesús no corresponde a sus deseos como cabría esperar, sino que acude a una comparación que tiene como protagonista una planta cuya aparición en su enseñanza no es nueva. Ya la había utilizado para hablar sobre el Reino de los cielos. El granito de mostaza llama la atención por su tamaño. Al indicar que con tener la fe como esa pequeña semilla basta descarta que la fe sea grande por sus dimensiones, sino por su dinamismo y capacidad de crecimiento. La semilla contiene en sí todo lo que ha de ser; de modo similar podríamos decir que Dios provoca en cada uno todo lo que ha de llegar a desarrollar. Y, al igual que es necesario para el crecimiento de la semilla un conjunto de elementos externos: tierra, agua, sol, viento…, también la gracia divina trabaja en el creyente, no solo desde el interior, sino también desde fuera. Y la condición de posibilidad para que todo esto funcione es el riesgo que asume la semilla al ser arrojada a la intemperie: primero en la profundidad de la tierra y luego expuesta a las clemencias e inclemencias de la superficie. La fe es capaz de superar los rigores de la naturaleza que constriñen y limitan, ejemplificándolo con ese árbol que puede ser arrancado y plantado en el mar con que lo diga una persona con auténtica fe.

Otro elemento importante que subraya esa capacidad de crecimiento y progreso es la obediencia, que lleva a no detenerse en el momento en el que se piensa que ya se ha hecho bastante, sino a un servicio que se sobrepone al cansancio para seguir sirviendo si el Señor lo pide. No debemos ser nosotros quienes tasamos la fe y la consideramos suficiente, sino que es Dios quien la aviva para que crezca superando nuestras medidas y a través de un sacrificio paciente. La fe es la vida del justo, nos dice el profeta Habacuc, porque la confianza en el Señor se afianza y aumenta en la medida en que se aguarda en su misericordia y se desconfía de las fuerzas propias. Si no, se agota la justicia.

En la segunda carta a Timoteo san Pablo habla también de reavivar los dones de Dios que regaló a este creyente. El Apóstol actuó de mediador. Sean dones para el gobierno de la comunidad que tenía encomendada Timoteo, es decir, ministeriales; sean dones propios de todos los creyentes, no deben anquilosarse, sino ser activados, movidos por el ejercicio de la caridad. Y una de las mayores manifestaciones de esa caridad es el perdón de los pecados. Que el Señor aumente nuestra fe para configurar nuestro corazón conforme al suyo y no deje de crecer en nosotros la capacidad para su misericordia.

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