Misioneros

Misioneros de la Misericordia

En esta semana, comienzo de la Cuaresma, el Papa Francisco se ha reunido en torno a la cátedra del Apóstol Pedro, un numero bastante numeroso que el Papa los ha reconocido como misioneros de la Misericordia concediéndoles el don de perdonar una serie de pecados por medio del sacramento de la Reconciliación.

En la celebración de la Eucaristía que tuvieron en la Basílica de San Pedro, en la tarde del Miércoles de Ceniza, el Papa exhortaba, rogaba y pedía a estos misioneros que volvieran a resonar con más fuerza aquellas palabras compasivas y llenas de amor del Señor cuando pedía a sus discípulos que ataran y desataran los pecados cometidos, es decir, perdonar y absolver.

Los misioneros de la misericordia estarán “limitados exclusivamente” a absolver estos cuatro pecados graves.

1.- La profanación de las especies (hostias y vino consagrado) de la Eucaristía robándolas o guardándolas para algún propósito sacrílego.

2.- El uso de la fuerza física contra el Romano Pontífice.

3.- La absolución de un cómplice en un pecado contra el sexto mandamiento (por ejemplo si un sacerdote tiene relaciones sexuales con una mujer o con otro hombre, luego lo confiesa y lo absuelve de ese pecado); y

4.- La violación del secreto de confesión por parte del confesor.

Como todos los demás sacerdotes en ocasión del Año Jubilar, los misioneros de la misericordia podrán perdonar el pecado del aborto.

El rito del envío se produjo al final de la celebración y comenzó con la siguiente oración del Santo Padre hacia los misioneros: “Queridísimos, dirijamos nuestra alabanza y nuestra súplica a Dios Padre, dador de todo bien, por estos hermanos nuestros enviados a llevar a diversas regiones el feliz anuncio de la misericordia en el nombre del Señor nuestro Jesucristo”.

Luego de unos segundos en silencio, el Santo Padre continuó:

“Te bendecimos y te alabamos, oh Dios, porque en el misterioso designio de tu misericordia has enviado al mundo a tu Hijo para liberar a los hombres de la esclavitud del pecado mediante la efusión de su sangre y, colmarlos de los dones del Espíritu Santo.

Mira Señor, a estos siervos tuyos, que enviamos como mensajeros de misericordia, de salvación y de paz.

Guía sus pasos con tu diestra y sostenlos con la potencia de tu gracia para que no sucumban ante el peso de las fatigas apostólicas.

Resuene en sus palabras la voz de Cristo y en sus gestos el corazón de Cristo; y cuantos los escuche sean atraídos a la obediencia del Evangelio.

Infunde en sus corazones el Espíritu Santo para que, hecho todo para todos, conduzcan a ti, oh Padre, una multitud de hijos que en la Santa Iglesia te alaben sin fín. Por Cristo Nuestro Señor”.

        

 

 

 

Año de la Misericordia

 

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos    alcanzarán misericordia (Mt 5, 7)