Ciclo B

Exposición del Santísimo Y Oración

 

Exposición del Santísimo 

En San Pedro Apóstol TODOS LOS JUEVES de 19.30 a 20.30

En Santa María TODOS LOS DOMIGOS de 19.00 a 19.30

En Las Mínimas TODA la mañana de 9.30 a 13.00

 

 

 

 

 

 

DOMINGO IV ADVIENTO (ciclo B). 24 de diciembre de 2017

 

2Sm 7,1-5.8b-12.14a.16: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella?

Sal 88,2-3.4-5.27.29: Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

Rm 16,25-27: Revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos.
Lc 1,26-38: Y su reino no tendrá fin.

 

Con un recinto cerrado de cierta consistencia y techado, y, al menos, una ranura por donde entrar y salir, tenemos el esquema básico de una casa, repetido desde que se tiene constancia de estas edificaciones hasta ahora, desde las construcciones más sencillas y rudimentarias, hasta las complejidades de las obras modernas. El edificio se quedará solo con una utilidad funcional como refugio y guarida, a no ser que dé un salto cualitativo que convierta el espacio en hogar. Para ello hace falta acondicionar el interior y hacerlo acogedor, entrañable, íntimo: familiar.

Una casa entre los humanos no prometía especiales oportunidades. Por mucho esmero, el hombre hace a lo humano y su casa habría de ser muy de tierra. Pero con todo a Dios le gustó e hizo morada entre ellos, haciéndose al uso de quien le daba hospedaje. En cabaña de nómada con Abrahán; en choza de esclavo, cuando la esclavitud de Egipto; en tienda peregrina, cuando Israel caminaba por el desierto hacia la Tierra prometida. Se acercó a vivir allá en lo que había y donde se le permitía. Cuando se logró la unidad política y religiosa, la paz y la prosperidad en la tierra conquistada, el rey David quiso construir para Dios un templo, al modo como el monarca tenía también su casa. David se anticipó en proyecto a lo que su hijo Salomón realizó en obra. El templo se convirtió para Israel en el lugar más sagrado de la tierra, la referencia de la presencia de Dios. Aunque acotarle a Dios terreno en el espacio de un templo, corre el riesgo de pretender domesticarlo y dejarlo retenido para que no moleste. El edificio sagrado tendrá calidez de hogar en la medida en que tenga vida orante, creyente, comprometida con su fe en aquellos que se acercan a encontrarse con Dios. Es en cada uno de ellos donde comienza verdaderamente el hogar.

            Un Dios vivo busca vida también donde habitar. El templo físico es solo una pasarela que ayuda a convertir la casa en hogar. Su obra predilecta, el ser humano, fue creado con estructura de templo y sigue siendo configurado, como acondicionado, para convertirse en hogar del mismo Dios. La libertad personal es la puerta de acceso al interior de ese templo modelado con tanta delicadeza y esmero por las manos del Señor.

            Si bien es el ajeno el que tiene que llamar a la puerta de una casa pidiendo permiso para entrar, Dios mismo, co-constructor y señor de la casa humana, llama con absoluto respeto, para ser acogido y hospedado. La existencia cristiana consiste en una preparación adecuada para disponer un hogar apropiado y digno de nuestro Señor. Y el Señor se hace a cada uno de estos hogares para llenarlo de alegría, paz y caridad. El contento y entusiasmo con el que cada cual afronta la jornada tiene mucho que ver con lo que vive en su hogar. El Adviento nos ha ofrecido un espacio para intensificar estos preparativos, y alertarnos de que continuamos esperando la venida gloriosa del Señor para llevarnos al hogar definitivo.

            Llamó a la puerta del hogar de Nazaret, de María Virgen, para que su Hijo se hiciese morador perpetuo de la carne humana y hacer posible que toda carne alcanzase gloria divina. María no solo lo cobijó, sino que, al modo como las madres preparaban la ropa de sus hijos tejiéndola ellas mismas, así también ella tejió la carne del Verbo de Dios en las entrañas de su propio hogar.

            ¿Habremos hecho nosotros lo propio para acoger a “Cristo Jesús, revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora en los escritos proféticos, dado a conocer por decreto del Dios eterno”? La alegría, la paz, el entusiasmo que se palpe en nuestro corazón será un buen criterio para conocer si ha sido así y seguir preparándonos a su llegada. También la capacidad que tenemos para hospedar a otros, especialmente cuando requieren perdón, comprensión y una acogida más esmerada. Mientras hacemos hogar, celebraremos el misterio de la Natividad de nuestro Señor. 

Programación Pastoral 2021-2022