Ciclo B

Exposición del Santísimo Y Oración

 

Exposición del Santísimo 

En San Pedro Apóstol TODOS LOS JUEVES de 19.30 a 20.30

En Santa María TODOS LOS DOMIGOS de 19.00 a 19.30

En Las Mínimas TODA la mañana de 9.30 a 13.00

 

 

 

 

 

 

DOMINGO IV PASCUA. 26 de abril de 2015

Hch 4,8-12: “quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido en nombre de Jesucristo Nazareno”.

Sal 117: La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.

1Jn 3,1-2: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios.

Jn 10,11-18: “Yo soy el buen pastor”. 

 

En un rebaño de ovejas destaca sobre todas las figuras la del pastor, porque es el único que no se mueve ni descansa a cuatro patas. Esa forma de estar, que lo hace igual a los demás pastores y tan distinto a cualquier oveja, permite una mirada un poco más elevada que la de los animales a los que cuida, y provoca preocupaciones también más elevadas, porque no ve solo lo que tiene frente a sí, sino también el horizonte a un lado y a otro, desde donde sale el sol y donde se oculta. Dicho de otra forma: el pastor ve que se va a acabar el pasto antes de que las ovejas han terminado de comer y ya cabila hacia dónde va a dirigir su rebaño, sin que se haya apurado todavía la hierba del entorno.

 

            Tan habituales eran los pastores en la época de Jesús como extinguidos hoy. Apenas se ven ya, aunque todavía los hay. Por eso la imagen del buen pastor habría calado fácilmente entre los oyentes y lectores de la Buena Noticia en aquel ayer, y habría seguido así por siglos y siglos hasta hace unas pocas décadas. No solo oficiaba uno de los trabajos más necesarios y productivos, sino que también era el protagonista literario de hazañas y poemas. El judío sabía de su origen pastoril y muchas de sus fiestas estaban asociadas a este ámbito. La misma relación de Dios con su pueblo había sido expresada por medio de la imagen del pastor que cuida a sus ovejas, con un vínculo colectivo, como nación, pero también personal. Además Dios había ido poniendo a algunos personajes del pueblo “aprendices de pastor”, a los que también se les llamaba “pastor” para guiar a su pueblo (Moisés, los jueces, David…). El Mesías esperado por algunos casaba sin complicación con la imagen de este pastor bueno, de calidad, preocupado verdaderamente por sus ovejas.

 

            La motivación de este Pastor es el amor. Contrasta en esto con el asalariado, el trabajador que se gana legítimamente su sueldo entre las ovejas, pero que no está dispuesto a dar su vida por ellas. Les podrá tener cierto cariño, pero, ciertamente, no tanto como para arriesgar su vida. Las ovejas, entretenidas la mayor parte del tiempo en sus preocupaciones: comer, beber, descansar…, no alcanzan más allá que lo que les preocupa inmediatamente. En su lugar lo hace el pastor. Pero, aunque no despeguen mucho su vista de la hierba de su comida, reconocen a su pastor y lo siguen solo a él. Otro, a pesar de ser también bípedo, les resultará extraño. El ajeno mirará a todas las ovejas sin distinguir, pero la oveja sabe de quién se tiene que fiar. En ello le va su supervivencia. Ese conocerse pastor y ovejas, tiene que ver también con el amor. Estamos impedidos a amar lo que no conocemos. Y, si la oveja supiese de las preocupaciones, los trabajos, los desvelos y riesgos del pastor por ellas, ¿lo querría más? Los judíos no conocieron y despreciaron la piedra que se convertiría en angular. Por eso conocer ha de convertirse en una preocupación vital, para poder llegar a amar especialmente al pastor y a las otras compañeras de rebaño.

 

           El conocimiento permite también poner en contraste una relación desnivelada. Este Pastor sabe de la tozudez, torpeza y simpleza de las ovejas, además de su casi exclusivo interés por la comida, y sin embargo dice amarlas y hacerlo libremente, sin que nadie se lo imponga. Las ovejas solo pueden encontrar bondades en el Pastor, de las que apenas se dan cuenta, y sin embargo su amor es con frecuencia mediano, tibio o a veces indiferente. Aun así Él está dispuesto a entregar su vida, alegrando con ello además al Padre, el dueño del rebaño que se lo entregó para cuidarlo.

 

            Hoy, cuando casi se han acabado los pastores, resulta difícil escoger otro oficio tan sugerente para hablar de la cuidadosa atención del Hijo de Dios para con nosotros. Por eso no hay reparos en proclamar a Jesucristo “Buen Pastor”, quien mejor nos conoce y nos ama, para que lo conozcamos y lo amenos, y conozcamos y amenos a toda oveja del rebaño. 

Programación Pastoral 2021-2022